Fantasías realistas

Tengo ganas de ver esta película. Leo esta reseña en Ñ que se centra en la polémica entorno a la escena de sexo de diez minutos que hay en la película. La autora ofrece, a mi parecer, el mejor argumento posible a favor de la escena acusada de irreal. Sigo con ganas de verla. El verano todavía es joven. Veremos...

Lo que pica, lo atractivo, lo que hace que se hable de La vida de Adèle —¿lo que le dio la Palma de Oro de Cannes?— son las escenas de sexo. Leo que son irreales. Y sí, claro. Son, diría yo, aspiracionales. Tanta intensidad, tanta acrobacia, tanto ruido, tanta elongación... En una película acusada de sobredosis de realismo, las escenas de sexo son las ganas de ese sexo. O las fantasías —¿Sólo masculinas, sólo lésbicas?— sobre ese sexo. En el fondo, no es algo que el cine no haga desde siempre: como el muchacho que viene huyendo, salta sobre el capote, recorre el techo con una vuelta carnero que lo tira parado en el baúl y desde ahí balea a los malo.

Eso, pero a los besos.

Fuente: Kolesnicov, Patricia (2014) "Una pasión rugiente". Revista Ñ, No. 537 (11-1-2014): 3.

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